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La Habana el Amor y el Espanto Por: Jose Antonio Evora
El Nuevo Herald September 1, 2002
El Nuevo Herald
September 1, 2002
SECTION: Galeria
EDITION: Final
PAGE: 6E
ISMAEL GÓMEZ PERALTA: LA HABANA, EL AMOR Y EL ESPANTO SOURCE/CREDIT LINE: JOSE ANTONIO EVORA,
El Nuevo Herald
En la página 19A de su edición del pasado lunes, este diario publicó la fotografía de un edificio, cuyo derrumbe parcial fue el motivo de una nota titulada ``Se cae a pedazos el edificio Alaska en La Habana''.
El apuntalamiento de la fachada llena la foto de líneas, dejando apenas entrever las ventanas, las cornisas y la estructura general del inmueble. Sin esas líneas, horizontales, verticales y oblicuas, que lo sostienen, en vez del Alaska habría allí sólo escombros y el fantasma de una edificación demasiado familiar para millones de cubanos.
Líneas como ésas cubren también muchos cuadros de Ismael Gómez Peralta (Batabanó, Cuba, 1967), otro de los que echarán de menos al Alaska, cuando la fatiga termine por hacerlo desplomarse. Por ahora, el fotógrafo y pintor se ha propuesto inmortalizar decenas de edificios que, como aquél, sucumbirán muy pronto bajo el peso del descuido y llenarán con su ausencia los recuerdos de una Habana tenaz y ya mítica.
Pero no son tanto los edificios mismos como el inmenso pantano de sordidez en que están sumidos la mayoría de las 24 piezas de Gómez Peralta reunidas en su muestra personal Réquiem por La Habana, cuya apertura está fijada para este viernes en la Galería Cernuda, de 3155 Ponce de León Blvd, Coral Gables. En reproducciones fotográficas ambientadas al óleo unas veces, y en lienzos íntegramente trabajados a pincel, otras, Gómez Peralta pinta el paisaje habanero con los colores de la agonía; no a la manera de esos brujos que tratan de espantar la muerte denunciando su inminencia, sino como alguien a quien ya no le queda otra opción que distanciarse, ver y metabolizar fríamente tramo a tramo las huellas de un cadáver urbano inabarcable.
Gómez Peralta, que vive en Cuba, hizo en 1996, el cartel de la edición número 18 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y el logotipo del Centro Cultural Español de La Habana, 11 años después de haberse graduado en la Academia de San Alejandro. Trabajó primero, en 1986, como instructor de arte en la Casa de la Cultura de Batabanó, su pueblo natal, y luego pasó dos años impartiendo clases de Dibujo y Taller en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de la capital cubana.
También diseñó y realizó para el Grupo Repertorio Español la escenografía de El Baile, obra de Abelardo Estorino llevada a escena, en 1999, por ese colectivo teatral neoyorquino.
La profusión del rayado en los óleos expuestos ahora en la Galería Cernuda recuerda la obra de ese formidable pintor que es Gustavo Acosta (La Habana, 1959).
En manos de Acosta, quien lo utiliza cada vez menos, el recurso fue al principio una expresión de iconoclasia hacia la pureza del dibujo tradicional, y luego una manera de ``maltratar la imagen'' para distanciarla del presente.
Gómez Peralta, que empieza por reconocer la autoridad de Acosta al respecto, dice rayar sus lienzos, porque le parece ``que entre las cosas y uno siempre hay algo que se mueve en el aire y no está fijado en los objetos''. A eso agrega su pasión por el efecto que causa el desgaste del celuloide en las películas viejas, y el deseo de quitarle el estatismo a los cuadros o, en sus propias palabras, un afán de ``dinamizarlos''.
En cualquier caso, lo significativo es que con Gómez Peralta esas líneas omnipresentes resultan más documentales que imaginativas o estratégicas. El marginalismo centrípeto que parece regir el deterioro de La Habana ha llenado de apuntalamientos todos los barrios de la ciudad, sin excluir zonas que, como El Vedado, estuvieron alguna vez a salvo.
Los tendidos eléctricos -con frecuencia tan enmarañados dentro de los edificios que sólo algún milagro les impide estallar en cortocircuitos-, añaden más líneas al entorno.
Las líneas llenan de tal modo el ambiente habanero que modifican la visión del paisaje, así que -por una de esas raras coincidencias- la trama pensada en términos formales por Gómez Peralta gana valor conceptual al ser pintada, y alcanza así la categoría de signo.
Si, como decía Juan David, cada hombre termina pareciéndose cada vez más a su caricatura, esta exposición viene a indicar que una ciudad abandonada a la indolencia termina pareciéndose cada vez más a la pesadilla de sus ruinas. En muchas de las obras podría verse el testimonio de una nostalgia anticipada, extraña reverencia que traspasa el dolor por la pérdida inminente y plantea la pregunta de cómo será después; un ``¿Qué nos haremos sin todo esto?'' calado por el miedo del artista -y por extensión de sus contemporáneos- a verse privados de la ciudad como la conocieron, pero no precisamente porque la estén cambiando, sino porque se derrumba ante sus ojos y en medio de su impotencia.
Lo más sobrecogedor es que por encima de ese miedo asoma su espantosa cara la resignación. Si Jorge Luis Borges no le hubiese dedicado a Buenos Aires aquellos versos de ``No nos une el amor, sino el espanto/ será por eso que la quiero tanto'', convendría escribirlos hoy para ilustrarlos con estos óleos de Gómez Peralta.
`Réquiem por La Habana', exposición personal de Ismael Gómez Peralta en la Galería Cernuda, 3155 Ponce de León Blvd, Coral Gables. Apertura: viernes 6 de septiembre, de 7:00 a 10:00 pm. Permanecerá hasta el 25 de octubre, de martes a sábado, entre 12 m. y 6:30 pm. Información: (305) 461 1050.
Illustration:ILLUSTRATION: Foto color:`Milagros y Calzada de 10 de octubre' (A), `Calle San Lázaro y Colón Centro Habana' (A), Detalle de `La ofreda' (A), Ismael Gómez Peralta (A).
Copyright (c) 2002 The Miami Herald
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