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El Nuevo Herald August 17, 2003

Miguel A. Sirgado

Section:Galeria
Edition:Final
Page:8E

MIGUEL FLORIDO, LA MIRADA NATURAL
SOURCE/CREDIT LINE: MIGUEL A. SIRGADO,
El Nuevo Herald


Miguel Florido es un hombre "natural" cuyo genio radica en la improvisación de la mirada. Y como dijera cierto escritor frente a los cuadros de este pintor de origen cubano, Florido, de la misma manera que Polo Montañéz en la música popular, "toca" la pintura "de oído".

Según las notas de Justo J. Sánchez, curador de la muestra -titulada Sueños y Esperanzas, expuesta en la galería Cernuda Arte, en Coral Gables-, Florido aprendió a dibujar en el campo cubano, sin otra referencia que el verde de aquellos prados y los incontables detalles de su rica naturaleza.

"No tuvo acceso ni a museos ni a libros de arte. Su formación no fue académica. Con su juventud y sensibilidad en ristre llegó a Madrid. Allí encontró el barroco. Confiesa que Zurbarán, Murillo, Rubens, Rembrandt y Velázquez en El Prado y en el Museo Thyssen, surtieron en él un profundo efecto. Los bodegones de Sánchez Cotán, así como los cuantiosos ejemplos del género vanitas que viera en ambas instituciones dejaron en el joven Miguel Florido hondas huellas", escribe Sánchez.

La muestra está conformada por un cuantioso número de piezas divididas en varias series, que fueron traídas desde La Habana para esta ocasión. A diferencia de otros artistas de su generación en la isla -Florido nació en 1980-, el artista autodidacto no está interesado en coquetear formalmente con estructuras de moda, ni experimentar con figuraciones que vayan más alla de la quietud de su sabiduría.

"El bodegón, a lo Sánchez Cotán y a la manera de los maestros holandeses, llega con Florido en dos de sus series: Cuerpos sin vida y Puerta azul. No son obras que se emprenden como ejercicios virtuosistas para hacer despliegue de técnica artística. Florido las considera "autorretratos" exploraciones a fondo de la magia de su entorno. De esta forma se convierten también en pequeñas odas nacionalistas, como por ejemplo en Aún aguardo tu presencia (2002). Una lectura chasteliana (André Chastel) detectaría los elementos de ara y rito autosacrificial en las naturalezas muertas de este joven pintor", prosigue Sánchez en sus notas. Sánchez comenta sobre la intensidad emocional y dramática que subyace debajo de la aparente serenidad en las imágenes de Florido.

"En una obra como La última alegría (2001), la carga dramática del momento efímero se nos trasmite con la misma intensidad tenebrista de los seguidores del Caravaggio. Con este artista, no hay memento mori, sino memento absentia. En su deambular nostálgico y meditabundo ha echado mano al género que apunta a la brevedad del placer y la alegría mundana. La ausencia (La cruz va por dentro, 2001, Aquí esperándote me quedo, 2002) es el móvil que anima las meditaciones pictóricas de esta encarnación cubana del poeta renacentista sevillano Fernando de Herrera".

En la serie Papeles, Florido se desentiende de su recurrente temática de naturalezas muertas para adentrarse en una temática formal mucho más experimental, al menos, dentro de su práctica. Sus cuadros ostentan un virtuosismo tremendo en lo que al retrato se refiere, no sin impregnar cada imagen con una buena dósis de nostalgia y lirismo en los detalles, tanto gráficos como textuales.

"Papeles.... reflexiona sobre la ausencia, la separación y la metafísica de la presencia, tema de vital importancia en el debate filosófico actual", explica Sánchez.

La obra de este cubano seduce por su ingenuidad, y a la vez, por la manera sabia en que se refiere a la tradición pictórica hispanoeuropea en un soliloquio de tono candoroso. Su posición dentro de la nueva plástica cubana es definida por Sánchez con precisión total.

"Por más que visite a Zurbarán, a Sánchez Cotán, a los holandeses, y a Claudio Bravo, Miguel Florido nunca es derivativo. Su voz es potente, y su lenguaje, propio. Sus meditaciones y su poesía son tan delicadas como la orquídea de [su cuadro] Solo tú (2003). Aislado en la campiña cubana y desde sus lienzos, musita trazos de añoranza, dolor, sueños, deseo, amor y esperanza", concluye Sánchez.

msirgado@herald.com



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