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Paisaje con Sentido Humano
Estilos y Casas de Costa Rica Magazine 2002
Lucrecia Alfaro
Darle otra visión y tratamiento al paisaje, de manera que resulte más contemporáneo y se sienta la presencia humana es el objetivo tras la obra actual del joven pintor cubano Gabriel Sánchez.
Gabriel nació en Sancti Spiritus, provincia ubicada en el centro de la isla, lugar montañoso, cubierto de densos follajes y espesa bruma en sus partes más altas.
El estar desde niño expuesto a los pinceles y demás herramientas que poco a poco, pero mágicamente, iban transformando los blancos lienzos en cautivantes paisajes que recreaba su madre, Ania Toledo, lo hicieron más tarde seguir por la senda del arte y estudiar pintura en la Escuela de Arte de la provincia Villa Clara. En esta carrera empezó a ascender rápidamente, pues recién graduado obtuvo el Premio Academia 2001 y los otorgados por el Instituto Superior de Arte y la Academia San Alejandro. También participó en la prestigiosa Bienal de Trinidad y ya lleva cinco exposiciones individuales en los últimos tres años, al tiempo que ha participado en cantidad de colectivas.
Según nos cuenta Gabriel, inicialmente estuvo involucrado en la corriente artística de la abstracción y las instalaciones, pero la inconformidad que impulsa a todo artista a buscar constantemente siempre algo más, junto al entorno natural que lo rodeó desde niño y el hecho de que su madre fuese una pintora paisajista de carrera, lo hizo explorar en lo que bien se podría denominar como paisajismo contemporáneo. "En lugar de enfocarme en la precisión de los detalles, en buscar el apego a lo realista como ha sido la constante en la corriente paisajista, yo procuro que la mancha transmita sensaciones", expone convencido.
En esta nueva etapa de su quehacer profesional, siempre tuvo muy claro que al ser su madre paisajista, si él iba a incursionar en esta tendencia, su propuesta debía tener carácter propio, una imagen singular. "Mi madre ha sido un gran apoyo, mi más fuerte crítica, quien me enseñó la necesidad de mirar una y otra vez la obra, aunque creyera que ya está terminada, para desarrollar la persistencia, una de las herramientas indispensables en el desempeño de todo buen artista.
Debatimos, compartimos, y tertuliamos por horas, pero estoy convencido de que mi obra debe tener un sello personal, y en este caso es el sentido humano del paisaje, la emoción antes que el detalle es lo que hace la diferencia.", expone.
Las suyas son escenas donde siempre se presenta un elemento protagonista, una cama, una banca, un carro y demás, como símbolo o síntesis de la presencia humana; objetos en solitario que intrigan e invitan a investigar y mirar más el detalle, una y otra vez.
Y si bien detrás de cada obra hay un cuento o historia basado en las experiencias de su creador, lo cierto es que cada una de ellas se presta para mil y una interpretaciones por parte de quien la observa que bien puede recorrerlas con minuciosidad e inmiscuirse en ellas, sentarse en aquella banca, reposar en la cama o viajar en el carro retratado, hasta donde el relato creado en su mente se lo permita.
Escenas sumidas en el envolvente ambiente de lo oscuro de la noche, que al ser elaboradas en acrílico a partir del místico efecto de tonos sepias y tierras en contraste con otros amarillentos y dorados, convierten al hábil manejo del claroscuro en una de las características más sobresalientes del quehacer de este joven talento del arte pictórico.
Agrega Gabriel que estas obras (las que vemos en las fotos), fueron realizadas en Costa Rica, inspiradas en la montañosa y siempre verde zona de la Fortuna de San Carlos, pues el artista se ha quedado unos meses en este país con la intención de realizar con ocho obras elaboradas aquí su cuarta exposición en el extranjero.
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